Al menos cinco personas murieron y otras 25 resultaron heridas este sábado como resultado de nuevos bombardeos rusos sobre Ucrania, en medio de una escalada militar tras la promesa del Kremlin de responder a un reciente ataque ucraniano contra su flota aérea.
Las ofensivas más severas se concentraron en las ciudades de Jersón, en el sur, y Járkov, en el noreste. Esta última vivió, según su alcalde, Igor Terejov, “el peor ataque desde el inicio de la guerra total”, con tres personas fallecidas y al menos 17 heridas. La ciudad, ubicada a menos de 50 kilómetros de la frontera con Rusia, fue blanco de misiles, drones y bombas guiadas lanzadas de forma simultánea.
En Jersón, las autoridades reportaron la muerte de una pareja de aproximadamente 50 años, según informó el jefe de la administración regional, Oleksandr Prokudin.
El canciller ucraniano, Andrii Sibiga, condenó los ataques contra civiles y pidió a la comunidad internacional aumentar la presión sobre Moscú para frenar lo que calificó como “masacres y destrucción”. Según la Fuerza Aérea ucraniana, Rusia lanzó 206 drones y nueve misiles durante la jornada.
El presidente ruso, Vladimir Putin, había advertido días atrás que Moscú tomaría represalias por el ataque ucraniano con drones que destruyó varios aviones militares con capacidad nuclear.
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Mientras continúan los bombardeos, las conversaciones de paz en Estambul entre delegaciones de Rusia y Ucrania permanecen estancadas. Sin embargo, ambas partes acordaron realizar este fin de semana un intercambio de 500 prisioneros de guerra por cada bando, tras otro similar que involucró a 1,000 personas el mes pasado. También se pactó la devolución de los cuerpos de miles de militares fallecidos.
Durante la segunda ronda de diálogos, Rusia presentó exigencias consideradas “inaceptables” por el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, entre ellas la retirada de tropas ucranianas de las regiones que Moscú reclama como anexadas, y el compromiso de Kiev de no integrarse a la OTAN.
En respuesta, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reafirmó que la invasión de Ucrania es, para Moscú, “una cuestión existencial” que compromete su seguridad nacional y su futuro.
Desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, decenas de miles de personas han muerto, vastas zonas del este y sur de Ucrania han quedado devastadas, y millones de ciudadanos han sido desplazados por el conflicto armado.
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